1 dic 2008

Good bye Marx

Las vacaciones son un intermedio sagrado, una tregua que da la vida y que sólo los más rastreros, traidores e inhumanos se atreverían a interrumpir. Ejemplos históricos como las estancias de los Reyes católicas en Babia dan buena fe de la fortaleza de este santo acuerdo, que incluso libró a Napoleón de la ejecución por estar “de vacaciones en Elba”. Sólo hay un mandato terrenal por el cual es lícito entrometerse en las vacaciones de alguien, llamar para dar más vacaciones.
Tras las dos semanas de viaje por el Norte (y una tarde de piscina en Harare), el deber nos llevaba de vuelta a Mozambique, pero esta vez al conocido Sur, a Maputo. Mi relación con la capital es estrecha aún en la distancia, no en vano fue el comienzo, hace años, de una pasión cada vez mayor por descubrir (poco a poco) los velos de África. Como no podía ser de otra forma, la bienvenida a casa se celebró por todo lo alto, con rizois. Cuando echo la vista atrás y pienso en todos los momentos tristes de mi vida siempre me lamento de dos cosas: no haber tenido a mano un par de rizois para hacer las penas menos amargas.
Maputo ha cambiado, quizá más incluso que yo, aquel lugar que parecía haber sido bombardeado todas las mañanas por un escuadrón de aviones basureros parece ahora una ciudad como dios manda. Allá donde la hierba crecía sin control ahora crecen las urbanizaciones de lujo, por no hablar del inmenso centro comercial que ha brotado junto al puerto, propiedad del pakistaní más rico de Mozambique (que no es decir poco). Allí nos encontramos con una grata sorpresa, que hasta Amancio Ortega es vulnerable a que le pirateen (¿justicia poética?), aunque tomar las pruebas gráficas casi se convierte en una batalla campal (mientras mi hermano se sobraba con el segurata yo meditaba el darle una paliza a la vieja que vino a echarnos). La tienda se llamaba ZON, pero los carteles ponían Zara y la ropa que vendían era Zara (etiquetas auténticas), restos de la temporada de verano (probablemente comprados a peso); estos moñés sí que saben, en vez de falsificar la ropa (peor calidad imposible) falsifican la tienda entera!!!
Muchas cosas de Maputo siguen siendo las mismas, sobre todo el carácter fiestero de sus habitantes, prueba de ello es que el Coconuts (la discoteca más famosa del país) sigue en la brecha a pesar de que su aspecto trae a la memoria recuerdos del Tsunami; sin embargo han borrado del mapa el mercado del pescado, lugar de diversiones sin fin donde además de pasar una mañana entretenida, por el precio que en España cuesta pegar tres tiros en una barraca de feria te llevabas una langosta de medio kilo a casa.
La semana transcurrió entre cenas y más cenas, la vida social allí es la mitad de las obligaciones diarias, y la calidad de su gente el doble de lo que puedes esperar encontrar en los mejores barrios de Barcelona. Sólo en Mozambique los relatos sobre aventuras en el mato se mezclan entre risas con secuestros de infantes y carreras de Ferraris, sólo en Mozambique antes de irte dormir la mona a casa te cuelas en el casino (con un carnet caducado) para tirar 20 dólares que te picaban en el bolsillo sobre la mesa de la ruleta ante el pasmo de los que allí se estaban jugando miles. Se podría escribir más de una trilogía con el día a día de algunos prominentes ciudadanos de Maputo, tiempo al tiempo...
Maputo es uno de los ejemplos más sobresalientes de la demencial política autoritaria que impera en África con sucesos delirantes como lo que sucedió el año pasado, cuando un polvorín del ejército explotó “accidentalmente” provocando un bombardeo de misiles sobre un barrio marginal; uno piensa que al paso al que crece Maputo (y sus barrios de ricos) pronto tendrán que mover las bases militares porque no les va a llegar el alcance de los misiles a la periferia... aunque no os penséis que en España los políticos son más civilizados, donde los mozambicanos usan misiles, los españoles usamos expedientes de regulación de empleo, es sólo una diferencia de forma, no de fondo.
Pasando por la avenida de Karl Marx mi último día en Maputo no pude evitar sacarme una foto, echas la vista atrás y piensas en el papel político y social que tuvo el comunismo en la descolonización y te das cuenta de lo descolorida que se ha quedado la camiseta según la has ido lavando y la barriga que has echado (aunque la camiseta sí era roja en un principio).



















La anécdota de la semana fue al estilo mozambicano:

(Se oyen unos petardeos rítmicos en la lejanía)

-¿Oyes?, ya hay algún tiroteo por allá

-No, creo que son fuegos artificiales, deben de estar de fiesta en algún barrio

(Tras unos segundos de atenta escucha)

-¡Cierto!, a estas alturas ya tendríamos que haber oído una ametralladora poniendo paz

En África la vida vale mucho menos que en Europa, pero la defienden con muchísima más vehemencia que nosotros. Si los españoles tuviésemos lo que hay que tener, Carme Chacón se vería obligada a ordenar fuego de mortero sobre los trabajadores de la Nisan.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Brillante; magnifico resumen del caracter de la ciudad y de sus habitantes, ya sean expatriados como locales.

No, si tu aún has de acabar dando con tus probetas en el Indico.

alterego dijo...

hay que tener en cuenta como florece el emple y como han abierto una tienda "designer collection" donde antes solo había un escaparate tapado con periódicos!

Folks dijo...

Donde los mozambicanos usan misiles, los españoles usamos expedientes de regulación de empleo, es sólo una diferencia de forma, no de fondo.

Esto es pura poesía.

Y no se por qué, pero sí que me imagino a esa Carme Chacón que da órdenes de no abrir fuego de fusilería en Afganistán, o de no responder a ataques ligeros en Somalia, dando la orden de abrir fuego de mortero contra curritos en Villalcántara del Cerril

Folks dijo...

Se me olvidaba, ¿qué coño es un rizois?

The Gentleman Loser dijo...

Gracias por los ánimos, Rabino, viniendo de tí es más que un halago! El Indico me llama, cantos de sirena... o los cantos de sirena son los que oigo aquí?... quien tuviese la determinación de Ulises...

Alterego, supongo que este finde tendrás tiempo para pasarte por casa a ver a EME y a hablar sobre el desarrollo de Maputo estos últimos años (igual hay mejillones)

Folken, me imagino a la señora Chacón haciendo muchas cosas ignominiosas (aunque no en mis ratos de esparcimiento), lo que más me preocupa es la mano mece su cuna...
Los rizois son una especie de empanadillas de masa brisa, recuebiertas de pan rallado y rellenas de queso y camarones. Son típicas del Sur de Portugal, y de todo Mozambique, y le puedo asegurar a usted que no vale la pena viir si no se han comido al menos una vez.

Anónimo dijo...

Gentleman,

bien sabes tú que los cantos son de las mediterráneas sirenas (bueno, también atlánticas). El murmullo que oyes desde este otro lado son los rirmos de los batukes, el rurnrun de las olas del Indico - te escribo mirando a la bahía de Vilankulos, tócate un huevo - y el crepitar de los rissois en la sartén.

Y sí, la vida alcanza una nueva dimensión de placer cuando se siente un rissol crujir entre los dientes

Cuídeseme

POLARIS dijo...

Pues yo quiero comer un Rizzois de esos! Que quieres que te diga, me alegro de que regreses. Más que de que te vayas. Pronto todo cambiará de color. Una brazo.

Anónimo dijo...

Con tanta gente inteligente o similar xD me niego a postear aquí.
Puedo exclamar ¡qué lindo! y largarme?

gracias :*